Recién finalizada la temporada
2012-2013, la crisis llevó al Deportivo de la Coruña al borde de la desaparición, pero
finalmente Amancio Ortega, leonés de nacimiento, coruñés de sentimiento, dueño
de Inditex, español más adinerado y 5º del mundo, se hizo con el 75% de las
acciones del club gallego, por lo que pasó a ser el máximo mandatario. Después
de los jeques llegados a Manchester City, Málaga y París Saint Germain, y del
coqueteo de Carlos Slim, llegaba el turno para el empresario español.
Su primera medida, rodearse de
gente que supiera de esto, y por ello contrató como director deportivo a Txiki
Beguiristain (que jugó dos temporadas en los 90 en el Deportivo) y como
entrenador a Laurent Blanc (sin equipo desde que dirigió a la selección
francesa). Ellos dos se encargarían de la planificación deportiva y el nuevo
dueño de poner el dinero.
Ardua tarea la de planificar una
plantilla que había terminada 15ª en una Liga muy apretada tanto por arriba
como por abajo, pues hasta la última jornada pudo descender, algo que habría
echado para atrás a Amancio Ortega.
Sólo 6 jugadores seguían teniendo
contrato con el club gallego: Marchena, Aythami, Ayoze, Bergantiños, Juan Domínguez
y Bruno Gama. Así pues, la primera medida de
Txiki y Laurent fue la de renovar contratos a ciertos jugadores. Primero a los
veteranos capitanes: Manuel Pablo, Valerón y Riki. Y luego a los jugadores más
imprescindibles de este equipo: Aranzubía, Ze Castro y Abel Aguilar.
Con estos 12 jugadores, eran
necesarios 10 fichajes.
Los primeros en llegar fueron los
jugadores coruñeses Rubén Martínez, portero del Rayo, y Lucas Pérez, extremo
izquierdo y estrella del Karpaty ucraniano, quien había realizado una temporada
sensacional.
Los siguientes fueron jugadores
que llegaban con la carta de libertad: el extremo diestro del Castilla
Juanfran, y los internacionales con Francia, Yanga-Mbiwa, central del
Montpellier y Moussa Sissoko, centrocampista del Touluse.
El Deportivo a estas alturas,
carecía de laterales titulares y Txiki había puesto sus ojos en los de un
Granada que había terminado 10º en la clasificación. Siqueira, por 12 millones
de euros (la mitad de la cláusula) y Nyom, por 10, que fueron a parar al
Udinese, equipo al que aún pertenecía.
El equipo estaba prácticamente
hecho y sólo quedaban dos semanas para el inicio de liga. Aún faltaba en este
equipo unos nuevos Mauro Silva, Fran y Mackaay que aportaran ilusión al
proyecto… pero es que Amancio Ortega se había guardado la guinda para el final.
El nuevo mediocentro, petición expresa del entrenador era Étienne Capoue (15 millones), mientras que
las dos estrellas del equipo, negociación dura la de Txiki con Santos y Milan, eran Neymar (45 millones)
y Pato (55 millones).
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